dimarts, 24 de juliol del 2018

Redescobrir l'Abrigo del Garrofero

"Redescubriendo el Abrigo del Garrofero" es un breu article que va eixir publicat a la revista Caroig, 9, de l'Institut d'Estudios Territorial el Caroig, el juny de 2018 i que vam presentar a l'Ajuntament d'Énguera a finals d'aquell mateix mes.



Visité por primera vez el abrigo del Garrofero el invierno de 2009. Era un día frio, a juzgar por las vestimentas que lucimos en las fotografías. Fue en una visita breve, de lejos y a través de unos fríos barrotes, que me enfrentaba por primera vez a aquél panel prehistórico del que tan solo conocíamos unas breves notas en algún artículo generalista.

El Garrofero es un abrigo rocoso que se abre en la margen derecha del Río Grande, en Navarrés y que, durante el Neolítico, sirvió de lienzo para expresar, mediante imágenes, las creencias de los moradores de nuestros montes. Las pinturas rupestres fueron descubiertas en 1972 y en 1998, junto al resto de Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Con 7.000 años de antigüedad, hasta nuestros días han llegado más de 30 guras repartidas en 5 paneles.

En 2014 gracias al empuje de Ximo Martorell, llevamos hasta el Ayuntamiento de Navarrés la propuesta para rescatar aquellas figuras pintadas de la jaula en las que estaban encerradas y Estela Darocas, aun sin saber muy bien de qué se trataba todo aquello, se puso al frente del equipo de rescate. 

Desde entonces, hemos cambiado el cierre, hemos limpiado los paneles decorados y hemos hecho una documentación exhaustiva de los motivos. El abrigo vuelve a ser un abrigo, no una celda y las figuras ahora ofrecen una mejor lectura. Incrédula de mí, jamás imaginé que el proceso de limpieza daría aquellos resultados: han aparecido figuras que antes no se veían; otras permiten ahora una mejor interpretación que nos llevan a hablar de una escena que tiene mucho que aportar al estudio del arte rupestre levantino.

En el primer grupo, figuras que no se veían y que ahora vemos con claridad, se encuentran los restos de una gura femenina que, de haberse conservado completa, alcanzaría unas dimensiones nada despreciables para lo que es la media en el arte Levantino. Sin embargo, la conservación del arte rupestre tiene algo de perverso y mucho de cruel, pues permite que veamos que ahí estuvo la  figura de la mujer que avanzaba con paso decidido hacia la derecha vistiendo falda “plisada” y de amplios vuelos, pero nos impide contemplarla en todo su esplendor, completa. Una figura femenina que ahora sabemos, también gracias al Garrofero, está mucho más presente en los paneles levantinos de lo que se vino escribiendo durante décadas, matizando aquella imagen del “arte de los cazadores” que debían justificar, con sus armas y actitudes, la cronología de este arte prehistórico.

En el segundo grupo, el de figuras que permiten una interpretación más apurada, encontramos una maravillosa rareza. Se trata de la escena de monta o captura de la cabra viva. En ella, una figura humana con el tocado en la cabeza típico del núcleo artístico del Xúquer, cabalga a lomos de una cabra montés. La verdad es que la imagen da pie a esa especulación que alimenta nuestra disciplina: las interpretaciones son libres. Pero en lo que creo que coincidiríamos todos estando delante de la imagen es que, todavía hoy, la escena trasmite tensión, velocidad... autenticidad!

Hay mucho más en el Abrigo del Garrofero, claro, aunque no cabe aquí ni es el momento por lo que esperaremos impacientes la tesis de Ximo Martorell. Pero en definitiva y visto con perspectiva, actuar sobre el Abrigo del Garrofero nos ha permitido redescubrirlo, liberarlo de la jaula, rescatarlo del olvido, darle el trato que merecía y darlo a conocer en Navarrés, donde era un desconocido. Pero esto ya es pasado y ahora toca mirar al futuro. El futuro del Abrigo del Garrofero es el de articular junto al resto de conjuntos de arte rupestre del Río Grande y del Macizo del Caroig, un sistema radicular sólido de base (pre)histórica, esto es cultural, que contribuya a la cohesión, y con ella al crecimiento, de la comarca.

La última vez que estuve en el Garrofero, hará un par de meses, sería por abril, no quedaba ni rastro del invierno, ni del frío, y un tímido sol de primavera se atrevía entre las copas de aquel bosque infinito que se cobija en el Río Grande iluminando aquellas imágenes, calentándome el espíritu.

1 comentari:

Anònim ha dit...
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